Los ciberdelincuentes, cada vez más preparados, campan a sus anchas en un entorno que crece más rápido que los profesionales que pueden cortarles las alas. Un informe de Accenture confirma que un 82% de las organizaciones ha admitido haber aumentado sus presupuestos de ciberseguridad en el último año, y estos fondos representan hasta un 15% del gasto total en TI.
Pongámonos en antecedentes. El ingeniero Stephen Thaler crea una inteligencia artificial a la que llama Dabus AI. Este algoritmo diseña por sí solo dos nuevos productos: un contenedor industrial y una lámpara. Ambos inventos son susceptibles de ser patentados, pero Thaler decide hacer el registro a nombre Dabus AI. ¿Resultado? Ni Reino Unido ni Europa ni Estados Unidos aceptan la solicitud. La inteligencia artificial no puede patentar. Así de rotundo.
La tecnología avanza extremadamente rápido, lo que hace muy complicado seguir la pista de los avances y sus aplicaciones para la vida cotidiana, y el sector empresarial, al tiempo que son uno de los grandes pilares del desarrollo actual para cualquier industria.
Por su parte, la ONU ha nombrado el 2020 como el ‘Año del Salto tecnológico’ en su Programa TIC Horizonte 2020, debido a la enorme inversión que se lleva a cabo a nivel mundial para continuar con el desarrollo de las TIC.
La primera propuesta de la agenda política de la próxima presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, es el European Green Deal. Se trata de una apuesta por la descarbonización de la economía europea que sea capaz de generar oportunidades para el empleo y el desarrollo económico.
Por una parte, este Green Deal pretende alcanzar la neutralidad climática en 2050. Por otra, requiere, y así lo ha expresado von der Leyen, ir acompañado de un nuevo mecanismo de protección frente a la fuga de emisiones y de una nueva estrategia industrial.
La transformación digital no está exenta de riesgos. Las empresas se enfrentan al reto de ser ágiles en su digitalización, pero reconocen que encaran dificultades para llevar a cabo estos planes. Una reciente encuesta de Deloitte a 166 organizaciones de todo el mundo, entre ellas españolas, desvela cuáles son los principales obstáculos que dilatan el tiempo que tardan las compañías en convertir las ideas en iniciativas.
La innovación está de moda. En la era de la transformación digital, de las empresas exponenciales o de los modelos disruptivos, organizaciones de todos los tamaños y sectores han emprendido el camino de la innovación como uno de sus grandes vectores de crecimiento.
Las compañías se afanan en sacar al mercado nuevos productos y servicios, por anticiparse a sus competidores y hasta a sus propios clientes con propuestas rompedoras, y no dudan en atacar sin rubor nuevos segmentos de actividad que en ocasiones parecen situarse en las antípodas de su negocio tradicional.
Los niveles de innovación en las pymes españolas son insuficientes. Así lo certifica el 2º Informe sobre la ciencia y la tecnología en España 2019, elaborado por Fundaciones Alternativas. En él se detallan una serie de cifras que certifican la importante desventaja de las pequeñas y medianas empresas en lo que a innovación se refiere, si las comparamos con otros países de nuestro entorno.
La inversión en I+D es importante para las empresas, ya que es un elemento determinante para sus beneficios y su crecimiento a largo plazo. Sin embargo, no todas invierten de manera óptima en innovación. Existen diversas variables que pueden distorsionar tales decisiones de inversión.
Las ideas, en sí, no se pueden proteger. Cualquier idea es abstracta y solo tiene valor desde que se traduce en mecánicas, aplicaciones, objetos, colores o incluso olores. Esos elementos sí son susceptibles de protección jurídica, mecanismos legales que permiten al creador evitar su copia, reclamar su autoría y recibir los beneficios económicos que pueda generar.
Manos biónicas más precisas, sondas intestinales o electrocardiograma portátil. Estas son algunas de las predicciones tecnológicas elaboradas por Bill Gates, fundador de Microsoft y empresario estadounidense, y que considera que ya están suficientemente maduras para ponerse en marcha y, de paso, “cambiar el mundo” para mejor.